El libro de los gustos, dicen, está
en blanco. Así que, suponiendo que eso sea cierto,
me voy a ahorrar decir algo acerca de lo que opino personalmente
de la pantalla gigante que nos han endiñado este
año en la Carrera Oficial con objeto de que la
cosa cofradiera llegue a cuanta más gente mejor;
sobre todo, supongo, si así logra ver algo quien
esté abonado a un palco de esos con árboles,
palmeras, farolas y demás obstáculos que
le cieguen la vista. Acepto por tanto esa murga la impoluta
naturaleza del libro ese de los gustos y me envaino
toda crítica posible sobre ello.
Es más. No sólo rehúso a la crítica,
sino que me voy a permitir sugerirle a quien corresponda
la gestión de la grotesca tele unos consejitos
que estimo de interés para su mejor aprovechamiento.
Por ejemplo, que en vez de reproducir en directo o diferido
la transmisión del paso de las cofradías
por los distintos puntos de la Carrera Oficial, podrían
optar por alguna selección de películas
Disney o por conectar alguna videoconsola, a fin de
que la masa ingente de niños tenga alguna atracción
–y distracción– más poderosa
que la de joder a los nazarenos con sus insolentes y
descaradas exigencias de cera –“dame cera
o te quito el cirio”– mientras los papis
sigan a lo suyo, que es estar tranquilos en el palco
y dejarse ver por la vecina o la cuñada que están
enfrente viendo las procesiones de pie. Así,
entre otras cosas, nos ahorramos que un año un
nazareno se harte de collejas, amenazas, tirones del
cirio, empujones e insultos y le cruce la cara un enano
maleducado y luego le aclare cuatro cositas acerca de
cómo educar a un hijo a los padres, pero cirio
en mano. Por eso, hagan el favor de tomar seria nota,
que esto puede venir de perlas.
Pero por si acaso no les convence esa primera sugerencia
tengo algunas más, no crean. Que aprovechen los
del PSOE, verbigracia, para proyectar, entre cofradía
y cofradía, un video en el que expliquen eso
del manifiesto de laicidad; porque, qué mejor
momento que ese, con la gente metida en ambiente y una
pantalla visible desde, cuando menos, Trebujena. O que,
cada vez que aparezca una cofradía en pantalla,
aprovechen la imagen para añadir unos créditos
en los que se desglose la cantidad de dinero municipal
invertido en esa cofradía en los últimos
diez años, patrimonio inmobiliario incluido.
Y más cosas que se me ocurren, pero la página
no da más de sí y ustedes, si siguiera,
podrían darle al aspa roja esa que tiene esta
ventana en el marco superior derecho y no abrirla más
en la vida, por coñazo. Así que, finito.
Total. Yo ya me doy por satisfecho. Ahora sé
de corazón que el libro de los gustos está
verdaderamente en blanco. Debe ser, está claro,
porque siempre nos empeñamos en rellenar sin
cesar las páginas del de los malos gustos.