Sorprende que, de vez en cuando, sean los chavales
de las agrupaciones parroquiales los que se convierten
en referente de buen hacer en materia cofradiera. Enterrados
en juventud, inexperiencia excesivo apasionamiento,
nadie apostaría en colín por su capacidad
para hacer las cosas con niveles notables, aceptables,
equiparables al común de las cofradías.
Pero, de cuando en cuando, los jambos no sólo
hacen las cosas bien y de modo aceptable, sino que dan
la campanada, montar un pitostio impresionante y superar
en modos, intenciones y resultados al resto de las cofradías.
Eso es lo que han hecho, precisamente, los chavales
de La Sed con el concierto que se han montado, con un
par, para finales de febrero. La verdad es que se podían
conformar con repetir el típico cartel de este
tipo de certámenes: un par de agrupas de los
estilos de moda y alguna de cornetas y tambores que,
sin ser gran cosa, suene o lo intente como Cigarreras
o Triana. Pero no. Los tíos se lo han montado
de originales y tienen un concierto más que digno,
dignísimo, en el que no sólo toca la mejor
agrupación musical de la provincia, se han traído
a la mítica Centuria Romana Macarena. Que es,
tal y como afirmó Luis Arriaza entre sorbo y
sorbo a una rubísima cerveza, como decir que
se traen a Los Beatles de las cofradías. Y claro.
A los Beatles hay que escucharlos. Nunca sabe Dios hasta
cuándo se podrá tener esa suerte. Así
que, Dios mediante, el próximo 25 de febrero
habrá que ir a ese concierto.
Aunque, claro. Sin quitarle mérito a los chavales,
pues sería injusto, hay algo tras ellos que les
garantiza la salvaguarda del buen gusto cofradiero.
Ese algo –que se va a enfadar si sigo llamándolo
así– es su presi, el cura Enrique Soler,
padrino de un servidor y único sacerdote digno
de lucir el calificativo de cofrade. Tal y como oyen.
El único. Entre otras porque ya lo era antes
de calzarse el alzacuello y estola. Hecho que, además,
avala la buena suerte que han tenido los chicos. Asunto,
ese de la suerte, nada despreciable cuando se está
empezando en esto de parir una nueva Hermandad. Les
hubiera ido mucho peor con un cura sin puñetera
idea de esto, que los dejaría hacer cualquier
gilipollez y montar un concierto vulgar y patético,
por ejemplo. O peor aún, uno de esos que alardean
de cofrades, mientras que de cofradías, además
de no tener ni putísima idea sólo buscan
provecho puntual. Y, pasado el punto del provecho, se
acabó el agradable cura cofrade, si te he visto
no me acuerdo, y llega el cura manipulador y ogro. Curas
falsos como una moneda de tres euros, con los que algún
imbécil comete la desfachatez de comparar a Enrique
Soler. Porque, en esto de las cofradías, como
siempre, seguimos cosechando la ignorancia y la osadía
–siempre peligrosas compañeras– como
en ningún sitio. Y así nos va. Menos mal
que Soler y los suyos se han traído para finales
de este mes a Los Beatles en concierto. Y algo, digo
yo, endulzará ese bombón.