Después
de que el amigo Penumbra le diera el cerrojazo a Sercofrades
–ya ocurrió lo mismo, tiempo atrás,
con Ultimotramo.com–, me quedé sin plaza
pública donde colgar semanalmente un folio y medio
en el que solía contar mi parecer acerca de la
cosa cofradiera, sin que nadie se molestara en exceso;
asunto que, por cierto, deduzco del hecho que nadie luego
viniera a molestarme en exceso a mí, con lo que
siempre resultó algo cómodo, además
de entretenido. Así que al final, pasados algunos
meses de aquello, uno lo iba echando de menos y justo
cuando barajaba pedirle –con mucha vergüenza,
eso sí–, a Adrián que me hiciera un
hueco donde poner mis pamplinas, va éste y me comenta
que tiene preparada una sección de opinión
para su página y que había contado conmigo
como para que me dejara caer mandando pamplinas. Y aquí
me tienen, aporreando otra vez las teclas. De pamplinoso.
Negarse hubiera sido algo imbécil. La página
se trata de una de las más visitadas de este
mundo cofradiero virtual y su creador y responsable,
Tiniebla, amigo mío; por otro lado, la temática
de este portal es la costalería, y con ese asunto
a uno le tocan la fibra de momento; puestos a opinar
sobre cofradías –con lo que ello pueda
conllevar–, mejor hacerlo en un lugar como éste,
en medio de un contexto absolutamente costalero, donde
uno se siente como en casa. Como ven, el asunto era
cosa hecha; un caramelito irresistible, si me permiten
la cursilada
Y aquí estoy, con sonrisa de oreja a oreja,
mostrándoles estas líneas a modo de carta
de presentación. Vengo a contarles, en definitiva,
una visión personal de nuestras Cofradías,
de sus cosas y sus ambientes. Habrá historias
personales reales y otras ficticias, pero que son tanto
o más verosímiles que las anteriores.
Habrá textos tristes, alegres, serios, polémicos
y ariscos, porque no serán más que una
prolongación de mi propio ser cofrade –hay
cosas que marcan, Daniel–. Eso es lo que les puedo
ofrecer yo. El resto, lo más importante sin duda,
lo ponen ustedes: su lectura y atención. Por
ellas les estoy, desde este mismo instante, eternamente
agradecido.
Y que sea lo que Dios quiera.