A primera hora de la mañana surge la noticia a través
de sms y correo electrónico, "el Padre Jesús
ha fallecido". Los primeros internautas que se hacen con
la noticia no acaban de creerselo:
Última
Hora. Fallece el Padre Jesús de la Puebla Viso
A través de un
sms a primera hora de la mañana se ha comunicado
la desgracia.
A los 56 años de edad ha fallecido el Padre Jesús,
mercedario pregonero de la Semana Santa 2008. El Padre
ingresó en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz
por sus problemas circulatorios en una pierna y fue operado
ayer de urgencias falleciendo a las 4 de la mañana
a consecuencia de un infarto en el postoperatorio de la
intervención quirúrgica al que fue sometido.
En estos momentos se encuentra
en Cádiz y en breve el féretro será
trasladado hacia nuestra ciudad, instalándose la
capilla ardiente en la basílica de la Merced hasta
las 5 de la tarde, hora que se celebrará una eucaristía
por su eterno descanso para su posterior traslado a Ciudad
Real, a Herencia, el pueblo que lo vió nacer, donde,
en el convento mercedario de dicha localidad, será
oficiada una misa mañana viernes al medio día.
Será enterrado junto a sus padres, como era su
deseo.
Padre, descansa en Paz
y que Dios lo tenga en la gloria junto a sus morenas de
la Merced y Cabeza.
A las 11 de la mañana, faltando media hora para la llegada
del féretro a la basílica de la Merced, la Unión
de Hermandades hace un llamamiento a todas las hermandades para
que hagan lo posible para estar presente de forma corporativa:
11:00h. Desde el Consejo
se hace un llamamiento a todas las hermandades para que
participen corporativamente en el último adios
al pregonero.
Así y tras la llegada del féretro a la Merced,
empiezan a sucederse numerosas muestas emotivas con la llegada
de coronas y ramos de flores a los pies del Mercedario. Los
estandartes de las hermandades jerezanas continuan llenasdo
todo los laterales de la basílica:
El cuerpo del
Padre Jesús reposa junto al Niño de la Merced
Numerosos cofrades se
están dando cita a lo largo del medio día
de hoy en la basílica de la Merced. El féretro
del Padre Jesús reposa en el altar junto al niño
de la Merced custodiándolo sobre una pequeña
sillita. El Santo Rosario se rezaba mientras cofrades
y feligreses de postraban de rodilla ante Nuestra Patrona
y Nuestro Pregonero.
Una continua entrada de
coronas y ramos de flores que, de mano de hermandades
jerezanas, feligreses de la Merced e incluso de sus amigos
de Andújar, quieren rendirle homenaje en el último
adiós a nuestro humilde mercedario. Así
mismo, los estandartes de casi todas las corporaciones
de nuestra ciudad en los laterales o la bandera de la
hermandad de las Angustias de donde era director espiritual
a los pies del féretro, se hacen presentes en la
basílica.
A las 5 de la tarde se
celebrará el funeral para posteriormente desplazar
el cuerpo a la ciudad que lo vio nacer “Herencia”
en la provincia de Ciudad Real, donde descansará
junto a sus padres, como era su deseo.
El Ayuntamiento
de Jerez muestra su pesar por el fallecimiento de Jesús
Fernández de la Puebla
La alcaldesa, Pilar Sánchez,
expresó su más sentido pésame a los
familiares y amigos del padre mercedario Jesús
Fernández de la Puebla Viso, que falleció
esta madrugada en el Hospital Puerta de Mar de Cádiz,
tras un sufrir un infarto de miocardio después
de una intervención quirúrgica realizada
en la tarde de ayer.
Pilar Sánchez recordó su figura y destacó
la aportación que realizó con su labor a
nuestra ciudad. El padre Jesús Fernández
ofreció el pasado 9 de marzo, en el Teatro Villamarta,
el pregón de la Semana Santa de Jerez.
La alcaldesa, que asistirá esta tarde, a las 17
horas, al funeral en la Basílica de la Merced,
subrayó la importante labor pastoral realizada
por el padre Jesús en nuestra localidad en donde
se encontraba totalmente integrado y era muy querido debido
a su cercanía y a su contacto permanente con los
vecinos y vecinas de Jerez.
Numerosas muestras de condolencias se suceden en los comentarios
de nuestas noticias y en nuestro foro en un post que los mismos
internautas le dedican "Pregonero
en las alturas". Así mismo comienzan a
aparecer las primeras poesías en su memoria:
” Soy Jesús… y de Castilla
aunque vengo de Jerez;
Me mandó llamar mi Madre
la Virgen de la MERCED.
Aqui te traigo unos versos
que en mi mochila guardé.
Se los hice en primavera
cuando allá abajo, en Jerez
aroman los azahares
el aire, que es un doncel
enamorando las calles
de Santiago y Merced…
Dígale que, si ELLA quiere,
con estas manos le haré
pan blanco de flor de harina
y entre sus labios pondré
un clavel, por jerezana
de la cabeza a los pies…”-
Y en la puerta de los Cielos
apareció la MERCED.
Dejó al Chiquillo en el suelo
jugando con no se qué
y fundida en un abrazo
con Jesús, se fue con él
mientras su “SALVE” arrullaba
los rincones de un Edén
y un pregón de Avemarías
cubrió el Cielo de Jerez…
Miguel Ángel Jaén Esquivel
Así como montajes con extractos de su pregón:
A las 5 de la tarde se celebró
el funeral repleto de cofrades y autoridades eclesiales (fotos Andrés
Cañadas)
Al día siguiente, todos los
medios informativos de la ciudad se hicieron eco de la trágica
noticia:
Multitudinaria
despedida al mercedario Padre Jesús
La
mejoría cuaresmal del mal cardiovascular sólo
le permitió dar el Pregón y vivir la Semana
Santa
El obispo diocesano ofició
en la tarde de ayer la celebración de la Eucaristía
que, en la Basílica de la Merced, despidió
al sacerdote mercedario Jesús Fernández de
la Puebla Viso, fallecido la madrugada anterior tras infarto
sobrevenido como resultado último de un proceso que
deterioró su salud con graves problemas cardiovasculares
que han requerido numerosas intervenciones quirúrgicas.
De la Puebla tenía 56 años de edad y, en medio
de una visible mejoría, hacía poco más
de veinte días tuvo a su cargo el Pregón de
la Semana Santa de Jerez, pronunciado con una exquisita
visión mariana. A través de los ojos de María
Santísima, de la Merced, advocación y carisma
a los que consagró su vida religiosa, y de la Cabeza,
devoción de Andújar que trajo a tierras jerezanas
constituyendo una corporación filial radicada en
la parroquia del Corpus Christi creó el pregón
y desarrolló su vida.
La capilla ardiente se mantuvo instalada, durante la mañana,
en la misma sede patronal que rigen los padres mercedarios
en la ciudad y recibió, envuelto de guiones cofrades
y otras excepcionalidades como el Niño retirado de
los brazos de la Patrona para ser colocado en un trono cerca
del catafalco, numerosas visitas de los jerezanos, que valoraban
la gran humanidad del finado.
Tras la misa de la tarde fue trasladado a la localidad manchega
de Herencia, en Ciudad Real, donde nació y donde
deseaba reposaran sus restos, junto a los de sus padres.
Allí, justamente tendrá lugar, a mediodía
de hoy viernes, el funeral por el eterno descanso de su
alma. Esa intención mantuvo el clima de oración
en la Basílica durante toda la jornada.
Entre las personalidades y personas anónimas que
han hecho constar su pesar se encuentra la alcaldesa de
la ciudad, Pilar Sánchez, o la delegada de Cultura
y Fiestas, Dolores Barroso, quien se hizo presente en la
capilla ardiente. Y los cofrades desplegaron sus signos
con tan nutrida representación como importante fue,
en vida, la entrega que ellas recibieron del fallecido mercedario.
La
Basílica de la Merced se quedó pequeña
para despedir al padre Jesús
Más de un millar de personas asistieron
al responso por el eterno descanso de uno de los sacerdotes
más queridos de la ciudad El Obispo celebró
la Eucaristía con más de cuarenta presbíteros
Eran las cinco de la tarde cuando el obispo
de la diócesis, Juan del Río, entraba en procesión
en la Basílica de la Merced escoltado por más
de cuarenta sacerdotes para dar un último adiós
al padre Jesús, antes de que sus restos mortales
fueran trasladados a su Herencia natal, donde recibirán
hoy cristiana sepultura a mediodía.
El padre Jesús, pregonero
de la Semana Santa de 2008, fallecía la madrugada
del miércoles debido a los problemas circulatorios
que le aquejaban desde hacía tiempo, y que le tuvieron
ingresado semanas antes del pregón del Villamarta.
Esta vez no hubo milagros, y el sacerdote ingresó
de urgencia en Cádiz el pasado martes para ser sometido
a una operación que le tuvo seis horas en quirófano,
y, pese a que superó esta primera fase, en el postoperatorio
su corazón no pudo aguantar más.
En sus escasos diez años
de sacerdocio, todos en Jerez salvo un breve período
en Sevilla, el padre Jesús Fernández de la
Puebla Viso se ganó el cariño de los más
necesitados, a los que atendía sin prisas y siempre
con una sonrisa. Siempre cerca del mundo de las cofradías,
su carisma particular y sus afectuosas palabras le colocaron
siempre en numerosos quinarios y celebraciones, que concluyeron
con su designación como pregonero de la Semana Santa,
cita que tuvo lugar en el teatro Villamarta el pasado 9
de abril.
No faltó nadie a
este último adiós al padre Jesús Fernández
de la Puebla Viso. La alcaldesa de la ciudad, Pilar Sánchez,
acudió a la Basílica de la Merced acompañada
de la Delegada de Cultura y Fiestas, Dolores Barroso. En
los asientos reservados se colocó a su familia y
a amigos, y acompañando a las autoridades estuvo
Joaquín Perea Montilla, delegado Diocesano de Hermandades
y Cofradías, y Manuel Muñoz Natera como presidente
de un Consejo de Hermandades que acudió en pleno
al funeral.
El presidente, visiblemente
afectado, solicitó a las cofradías que acudieran
con los guiones corporativos, y las hermandades se volcaron
con la iniciativa, rindiendo un sentido homenaje a uno de
los hombres que más nos ha enseñado a querer
a Jerez y a su Patrona, siendo curiosamente de Herencia.
«Él se llamaba
a sí mismo el niño de la Morena, por eso está
aquí». Con esta sencillez explicó el
padre Felipe al acabar la Eucaristía el motivo por
el que se había bajado al Niño de la Merced
al presbiterio, junto con el féretro del padre Jesús.
«Nunca olvidéis a este lazarillo de Dios, que
gozaba siendo sacerdote. Era panadero y después ha
sido panadero de Dios. Lo hemos perdido para ganarlo, para
ganarlo con los ojos de la fe. El amigo, el hermano Jesús,
se ha quedado en el corazón del pueblo. Sólo
convoca aquél que lleva verdad, se ha ido al Padre
hace un rato, y estáis aquí. Gracias de corazón,
gracias.»
Visiblemente emocionado,
el padre Felipe quiso desvelar algunas curiosidades de este
buen hombre. «Ha sido un convencido de Dios, por María.
Era un hombre que transparentaba a Dios, de raíces
profundas, y quería enterrarse en Herencia con su
familia. Le doy las gracias a Jesús porque ha sido
mi amigo, mi hermano, mi compañero. Generoso siempre
y hombre de Dios».
Fray Jesús Fernández
de la Puebla Viso, que cantó a la Semana Santa el
pasado 9 de marzo, muere por problemas cardiacos postoperatorios.
Jerez le rindió homenaje y tributo ayer ante su Virgen
de la Merced
Consternación y dolor,
profundo dolor, fueron las reacciones al conocerse el fallecimiento
del padre Jesús ocurrida en la madrugada de ayer
en el Puerta del Mar de Cádiz, hospital donde fue
ingresado el lunes. El sacerdote mercedario será
enterrado hoy a mediodía en el cementerio de Herencia
(Ciudad Real), su ciudad natal, junto a sus padres, tal
y como era su deseo, expresado por última vez en
su pregón de la Semana Santa. El padre Jesús
tenía 56 años y su fallecimiento se produjo
sobre las cuatro de la madrugada como consecuencia de un
infarto que le sobrevino en el postoperatorio de la intervención
quirúrgica a que fue sometido horas antes. Su entrada
en quirófano fue por la misma dolencia que venía
padeciendo desde hacía meses, problemas circulatorios
en una de sus piernas. La intervención se prolongó
por espacio de seis horas quedando en observación
en la UCI del hospital a la espera de conocer la evolución
de la pierna. Finalmente, una embolia, y el corazón
le volvió a fallar. Padecía una cardiopatía
desde que en la romería de La Cabeza de hace dos
años tuvo que ser evacuado a causa de un infarto.
Sus restos mortales fueron trasladados desde Cádiz
a la basílica quedando el féretro, cubierto
con su casulla, situado en el presbiterio a los pies de
la Virgen de la Merced, rodeado por los estandartes de las
hermandades y de numerosas coronas de flores. En la cabecera
del mismo se situó en un pedestal al Niño
de la Virgen vestido de morado. A los pies del ataúd,
la bandera de Las Angustias, hermandad de la que era su
director espiritual. Las muestras de pesar eran evidentes
por parte de su familia, que llegó de Herencia poco
después del mediodía, de sus más allegados,
de la comunidad, de cofrades y de fieles en general que
gozaban de la amistad de este hombre bueno y tremendamente
mariano. Nadie esperaba esta fatal consecuencia, tanto que
las reacciones de sorpresa se fueron sucediendo durante
el día conforme se extendió la noticia. Centenares
de personas pasaron a lo largo de la jornada por la basílica,
pero el momento más multitudinario fue a las cinco
de la tarde cuando se ofició una misa de funeral
que presidió el obispo diocesano, monseñor
Juan del Río Martín, concelebrada por más
de una treintena de sacerdotes y con la presencia de la
alcaldesa, Pilar Sánchez, y de la delegada de Cultura
y Fiestas, Dolores Barroso.
Jesús Fernández
de la Puebla se ganó el cariño de muchos desde
el primer instante que pisó Jerez. Junto al padre
Felipe Ortuno, fue protagonista del impulso de la devoción
a la Patrona y de los cambios que introdujo en la procesión
de la misma, sabiéndose rodear de cofrades y devotos
a los que dio participación, les abrió la
basílica e inculcó la devoción mercedaria.
El padre Jesús estuvo un tiempo en Sevilla donde
también mantuvo muy estrechas relaciones con el mundo
cofrade, especialmente con la hermandad de Las Mercedes
de Santa Genoveva. Poco antes de esta pasada Semana Santa,
recibió un pañuelo de esta imagen mientras
estaba hospitalizado en Jerez por la misma dolencia. También
deja huérfana a su hermandad de la Virgen de la Cabeza
de Jerez, de la que es fundador, ubicada en la parroquia
de Picadueñas que regentan los padres mercedarios,
donde asimismo se ha sentido profundamente su muerte. Predicó
cultos a casi todas las hermandades de la ciudad, fue partícipe
de muchos de los más íntimos momentos cofrades,
sobre todo esta última Semana Santa dando muestras
de una espectacular y, por qué no, milagrosa recuperación.
Su forma de ser y de estar, con una actitud positiva y bondadosa
hacia la vida, tuvo siempre a María como eje y centro
de su existencia. Así era el padre Jesús,
un hombre bueno cuyo último acto público y
el mejor regalo que se ha llevado por parte de las hermandades
fue el pregón de la Semana Santa que pronunció
el pasado 9 de marzo. Ahora, la obra que leyó entonces
se convierte en el mejor legado espiritual de este sacerdote
que se confesó ante Jerez en sus creencias, las mismas
que llevó por bandera. Tal y como dijo ayer el presidente
del Consejo, Muñoz Natera, el pregón “fue
el más explícito reconocimiento que le pudimos
hacer los cofrades”. El comendador de la orden, su
‘hermano’ Felipe Ortuno, era ayer un hombre
roto pero manteniendo el tipo atendiendo a todos. La impresión
general es que se marcha uno de los buenos, una pérdida
irreparable para todos los que lo conocieron y más
aún para el mundo cofrade local.
Así mismo, numerosos compañeros
de los medios informativos le dedicaron unas líneas al Padre
Mercedario
Que
no te lo roben, Padre Jesús
Serían las seis de
la tarde de un soleado domingo. Hace apenas dos semanas
de este secreto que hoy, con el permiso de los cofrades
del Humilladero, voy a contarles. Un mar de capirotes negros
se arremolinaban en torno a Nuestra Señora de las
Angustias, en la Capilla de su mismo nombre, mientras un
hombre vestido de negro riguroso, con estola morada, esperaba
paciente sentado en un sillón frente a la dolorosa
que abraza a su Hijo. Los diputados de tramos se afanaban
en colocar escrupulosamente a los hermanos que ya estaban
preparados para la estación de penitencia, cuando
se levantó, sereno, y se dispuso a rezar con el corazón
en las manos, como solía hablar el padre Jesús.
Con la tranquilidad de siempre,
ajustó el micro a su escasa altura y comenzó
a hablar. Y habló para no olvidar jamás lo
que dijo, para mascar y rumiar cada año, cada Domingo
de Ramos, las palabras que María, siempre María,
Madre de Cristo, acertó a poner en la boca de este
humilde siervo de Dios. «Que no te lo roben, hermano.
Que no te roben un sólo segundo de las seis horas
que pasarás con María en la soledad de tu
túnica». Tras sus palabras, casi 300 hombres
se pusieron el antifaz, se dieron un abrazo emocionado y
salieron a disfrutar por calle Higueras como les había
dicho aquel sacerdote, que llamó hermosa a Nuestra
Señora de las Angustias por última vez aquel
día.
Y como María no entiende
de advocaciones, quiso Ella que pensara en ese momento en
cómo lo conocí, cuando mi melena pasaba mis
hombros y mi cintura medía muchos centímetros
menos que ahora, como él siempre se encargaba de
recordarme. Fue en la casa de hermandad de San Miguel. Él
recién llegado a Jerez, cuando pasaba paseando por
allí, y me vio llevando una saya de la Encarnación.
De ahí surgió una conversación que
posteriormente llevó a una amistad que nos encerró
en Sierra Morena, en la romería de la Cabeza, patrona
de Andújar, donde fundó la semilla de lo que
sería la futura hermandad de Jerez.
Un autobús entero
de jóvenes le escuchó cantar, reír,
contar chistes, hablar, rezar, llorar… Fueron unos
días que nos acercaron a una nueva manera de entender
la devoción por María. Y nos contagió
de tal manera ese espíritu que resultó que
la Basílica de la Merced no estaba ya lejana, que
los megáfonos se convirtieron en marchas, que las
ruedas fueron superadas por el compás de la gente
de abajo. Nos contagió de tal manera ese espíritu
que nos recordó que Jerez tiene Patrona, y que se
llama María de la Merced.
Y como María, siempre
María, tiene estos caprichos, quiso que me despidiera
de él una Madrugada, en el presbiterio de San Miguel,
yo vestido de negro, con cinturón de esparto y sandalias
y el corazón por abrir. Subí, le di un abrazo,
le agradecí que hubiera querido vivir la salida del
Santo Crucifijo de la Salud con nosotros y le di un abrazo
de los que no se olvidan. Y le dije que nadie, absolutamente
nadie, me robaría las cinco horas que me disponía
a pasar con el Santo Crucifijo y su Madre… Y se limitó
a sonreir.
Permíteme que me
despida de ti con un hasta pronto, Jesús, con la
certeza de que algún día nos veremos y te
podré preguntar, allá donde estés,
si el pan del cielo es mejor que el de la tierra. Y si te
acordaste de disfrutar, sin que te robaran ni medio segundo,
de la morena de la Merced.
No, no quiero aceptarlo
ni creerlo. ¿Por qué te has tenido que marchar
así?
La noticia de tu muerte
la recibí como se asestan los golpes certeros al
corazón: por sorpresa. Sabía de tus últimas
molestias en la pierna y que habías sido ingresado
pero no quise darle más importancia, quizás
por miedo, no sé.
El pasado Viernes Santo
compartimos micro y me decías que estabas bien aunque
ya te encontrabas un poco cansado por tantos días
de un lado para el otro de la ciudad. Pero no podía
imaginar un desenlace así. Tu salud, es cierto, pendía
de un hilo, pero después de tanto pasado te merecías
un respiro, un tiempo de bonanza y tranquilidad.
Tras la noticia subí
un momento al trabajo y un vendaval de recuerdos me zarandeó
de lado a lado. Inevitablemente, recordé aquellos
primeros días de tu estancia en la ciudad, los ratos
de tertulia compartidos contigo, aquel cuadro de la Virgen
de la Merced que, sin apenas conocerme, quisiste regalarme
porque, claro, era el pregonero de la Semana Santa o aquella
excursión, ¿recuerdas?, casi interminable,
al cerro del Cabezo para conocer, tras trescientas treinta
y tantas curvas por Sierra Morena, a tu otra morenita, la
Virgen de la Cabeza, patrona de Andújar.
Sin pensarlo, como teniendo
que meter los dedos en las llagas de la muerte para saber
que eran así las cosas, me fui a buscarte a la Merced.
Por el camino las ruedas de la moto aún chirriaban
al roce con la cera seca y ennegrecida del asfalto. Era
la cera interminable y ya monocolor de una Semana Santa
hoy en blanco y negro.
Desde San Miguel a la Merced,
por el empedrado y el alquitrán, era la huella indeleble
de una muerte que me llevaba a otra que no quería
reconocer. Plaza Monti, Encarnación, Cruces, Arroyo,
Barranco, San Lucas, San Mateo …
Y ese rastro de cera se
fue convirtiendo en el retrato de tu vida, Jesús.
Ni una calle sin manchar por tu ingenuidad adulta, por tu
bondad de alma limpia, por tu sencillez siempre florecida
en el jardín de las malvas. Como esa huella que ha
atravesado Jerez de parte a parte, tu ejemplo también
ha sabido llegar a todos los jerezanos para hacernos un
poco mejores.
Eras y eres del pueblo,
de la gente de a pie, Sancho Panza de María en un
mundo faltos de escuderos como tú.
¿Qué quieres
que te diga? Nos dejas huérfanos de tu cariño
y eso no se hace. Pero, ¡qué te voy a decir!
, si es la Madre quien te ha llamado.
Al llegar a la Merced estuve
frío, emocionado, pero frío. Volví
a sentir lo que al principio, incredulidad. Y es que, aunque
los cirios, los guiones enlutados y tu ataúd se empeñaran
en hablarme de silencios de réquiem, tú sabes
como yo, que ese rastro de cera siempre nos ha marcado el
camino a la nueva vida porque, efectivamente, siempre has
sido hombre de pascua.
Nos has dejado sólos
Jesús, por culpa de esa manía tuya de correr
tanto y de estar en todas partes a la vez.
Te has ido como siempre
lo hiciste, deprisa y corriendo, sin apenas darnos tiempo
a despedirnos de ti, porque por alguna razón que
sólo tú sabrás, tenías ganas
de llegar al Cielo ya, a encontrarte con la “Morenita”
de tu corazón.
Dicen hoy por la Merced
que siempre se van los buenos, y es verdad. Por eso te fuiste
una vez sin avisar cuando entendiste que la mejor manera
de luchar contra el “megáfono” era alejarse
de él, y por eso te has ido hoy otra vez, seguramente,
porque sabías que había pan por hacer allá
donde el horno de la Virgen siempre anda encendido.
¡Las cosas de la vida!
Panadero desde chico, que un buen día vino a hacerse
fraile, y a terminar sus días precisamente en el
convento que se levanta sobre un horno.
¿Dónde si
no?
¿Dónde mejor
que aquí, para hornear a fuego lento el amor olvidado
de Jerez hacia la Virgen, y dónde mejor que aquí
para poner fin a tu vida entre nosotros, y marcharte a ese
Cielo donde hacía ya algunas semanas que te esperaba
tu amigo Diego Conde?
No me da pena por ti, Jesús,
porque gozaste el privilegio de ser sanado por la Virgen,
simplemente para permitirte el lujo de despedirte de Jerez
desde el Villamarta. No me da pena, porque viviste mejor
que ningún otro Pregonero los favores y cariños
que esta tierra entrega a quien se da a ella.
No lloro hoy por ti, porque
sé que ya estás donde querías. Por
quien hoy lloro es por Felipe y por Ana María, que
ya no desayunarán más contigo en el “Quitagolpe”,
y también por Manolo y por Zarzana, y por Nuria,
y por Natera, y por Susana, y por el padre Manuel, y por
el padre Juan Carlos, y por Otero y su sobrino, y por Paco,
y por tantos otros, y por la Junta de Gobierno de las Angustias,
hoy que queda un año para el próximo Viernes
de Dolores, y por mí también, que me has dejado
otra vez el peso de ser el “último Pregonero”
en activo de nuestra Semana Santa.
¡Qué putada
nos has hecho, Jesús, yéndote así tan
de repente!
Por eso, cuando hagas pan
allí ariba, acuérdate de nosotros, y tíranos
de vez en cuando las migajas que siempre quedan en el alféizar
del horno, porque con ese pan bendito ten por seguro que
siempre tendremos presente en nuestros corazones, al panadero
“hermosón” que un buen día llego
a Jerez desde Herencia, para recordarnos cómo se
quiere a la Virgen.
A esta hora ya tiene que
tenerle el Padre Jesus la cabeza a su Morena de la Merced
como un bombo, contándole las maravillas de su Herencia,
los saltos que se ha metido por el Monte del Cabezo, o la
de gente que ha arrastrado consigo por todo Jerez, desde
su Basílica hasta su entrañable barrio de
Picadueñas...
Hoy el Padre Jesús le ha dado por madrugar demasiado
pronto, y sin avisar a nadie, aunque todos nos hemos enterao,
como todo lo que hacía, porque nunca ha dejado de
hacer cosas así de grandes como la que se le ha ocurrido
ahora, ha vuelto a enfundarse sus pantalones con los bolsillos
rotos, rotos de tanto ofrecer, rotos de tanta generosidad,
de tanta entrega, siempre con la sonrisa en el semblante,
y se ha marchado despacito, sin querer hacer mucho ruido,
porque él es así de humilde, así de
modesto, caminito del cielo, a sentarse con su Morena a
hablar de todas esas cosas tan dulces que el corazón
del Padre Jesús siempre ha tenido para Ella.
Y ahora le estará contando que su Herencia es mucha
Herencia. Que si alguna vez lo vio cuando tenía menos
barba, como a él le gustaba decir, que eso de más
joven no, porque joven ' lo soy siempre, chiquillo ', en
su horno de pan, ganándose la vida y viendo a María
hasta en lo quemaíto de los chuscos. ' Que yo no
he dejado de ser nunca panadero, primero de mi pueblo, y
luego Panadero de Dios ' (ahí queda la cosa, ¿se
puede ser más sencillo y decir algo tan grande?).
Y María le dirá que sí, cómo
no va a saber tu Morena, Jesús, dónde está
tu Herencia, si no había conversación contigo
en la que no apareciera tu pueblo, y tu gente, y tu cariño,
y tus padres, y todo lo que ha hecho que hoy descanses allí,
al laíto de Ella.
Se ha ido despacito, sin querer hacer mucho ruido. Pero
todo Jerez se ha enterao, Jesús. ¿Tú
que te creías?, ¿tú te creías
que te ibas a ir así sin más, así a
la ligera?, ¿sin que llenáramos como hoy hemos
llenado tu Basílica?. Que no cabía ni el aire,
Jesús, que tú mismito lo estabas viendo desde
el mejor balcón que había en el cielo. Y la
Morena te señalaba para abajo, para que miraras bien,
para que vieras que si hubiera habido 14 basílicas
igual de grandes, Jerez las hubiese llenado todas para rendirte
el honor que se merecen los hombres buenos, los hombres
de Dios.
Y claro, y tú como siempre, sencillo, humilde, con
esos golpes que tenías, va y le sueltas a medio cielo
que te acompaña: ' Jovar... así dan ganas
de morirse... '.
Hace ya algunos años, me presentaron por primera
vez al Padre Jesús para formar parte de su Parroquia
en el Corpus Christi. Aún recuerdo que, casi sin
darme tiempo a extender mi mano para saludarle, me cogió
de los hombros y me plantó dos besos en las mejillas,
y me soltaste, Padre Jesús: ' A la gente de Dios
yo le doy dos besos, la mano me la guardo pa soltar sermones
'...
Y de ahí, cómo no podía ser de otra
manera, nos llevó a enseñarnos a su Virgen
de la Cabeza, a su Morenita y Pequeñita, lo mismo
que una Aceituna... una Aceituna Bendita... a la Niña
de sus ojos, de los ojos de un hombre bueno, un hombre santo.
Ahora mismo estoy pensando, que con toda la eternidad por
delante, Padre Jesús, al menos podrías ponerte
a aprender un poquito de informática, que el pobre
Felipe te tuvo que pasar todo el Pregón a ordenador...
Ya sabes...
Se ha ido despacito, sin hacer mucho ruido. A ver de cerca
a su Morena, a sacar todas las mañanas tempranito
el pan del horno en el cielo, el pan quemaíto para
repartirlo como el mejor panadero de la gloria. El hombre
de Herencia, el sacerdote de todos, los de cerca y los de
lejos, los que no pisaban la iglesia ni para un bautizo,
y los que estaban codo con codo. El hombre amigo, aquel
que no dejaba pasar cuatro palabras sin que entre ellas
interviniera Ella. El Padre Jesús, sacerdote, un
hombre bueno, un amigo.