La actual
Feria del Caballo de Jerez hace mención en su
nombre a tan ilustre animal arraigado a esta región
desde hace tiempo atrás. El enraizado vínculo
con este animal no surge así por así.
Antiguamente, era fácil e impresionante contemplar
las grandes extensiones de bosque que se hallaban por
estas tierras y ver pastar las numerosas manadas de
toros bravos y de caballos, ambos en un estado casi
salvaje, configurándose un binomio perfecto que
ha perdurado a través de milenios y hasta nuestros
días. Los andaluces nos sentimos muy orgullosos
por considerar, que nuestra fauna es única en
el mundo, gracias a que hemos sabido mantenerla y mejorarla.
Es evidente que nuestros antepasados debieron ser grandes
jinetes, pues por la enorme proliferación de
estos animales, sin duda invitaba a ello, ya que sólo
era necesario capturarlos y adiestrarlos (tarea nada
fácil evidentemente)
Se ha podido constatar,
que los jinetes andaluces siempre gozaron de enorme
fama a lo largo de la historia, pues ella nos dice que
los escuadrones de caballería que el general
cartaginés Aníbal, después de las
numerosas batallas libradas en la Iberia y a su paso
por nuestros lares, en su numeroso ejército se
enrolaron numerosos tartéssicos con sus correspondientes
caballos, que precedidos de enorme fama caminaron hacia
Italia. Este noble equino era su animal preferido; puesto
que incluso lo representaban en vasijas y otros objetos
decorativos de la época. En los infinitos hallazgos
arqueológicos, se puede observar como reflejan
con una perfecta fidelidad y un enorme paralelismo en
los arneses o arreos con los actuales, dando la sensación
que el tiempo no ha pasado.
Aun más, en
el gran conjunto monástico de la Cartuja jerezana,
fundado en 1475, por el noble caballero Álvaro
Obertos de Valeto y Morla, ya eran famosos los caballos
que se criaban en sus dehesas.
Los equinos fueron
importantísimos como motor de nuestra economía;
a él le debemos todo el enorme desarrollo aunque
lento, hasta la llegada de la moderna mecanización.
Todos estos animales fueron utilizados como fuerza motriz
de carga y tiro para rotular las tierras y otras infinitas
labores domésticas. Es por todo esto, que los
andaluces les tengamos el máximo aprecio, rallando
casi la veneración, y que hayamos conseguido
mantener estas especies mediante infinitos cruces, hasta
llegar a conseguir esa maravilla que hoy contemplamos.
Es también por ello por lo que actualmente no
entendemos nuestra Feria sin este animal, legendario
y bello a la vez.
Hoy no concebimos
una Feria sin medio millón de bombillas, con
cientos de elegantes casetas magníficamente adornadas,
y con amplios paseos donde se exhibe el bello atuendo
andaluz a la grupa de nuestros maravillosos caballos
y de preciosos enganches en sus más variados
estilos. Esta forma de concebir la feria, tan ociosa,
es relativamente moderna. Todo ello dista de las originarias
Ferias medievales (estrictamente comercial) que se remontan
en Jerez a la Reconquista (1267) en el que transacciones
de ganado, de mercancías, el trueque de cualquier
instrumento o herramienta conformaban ésta.
En el siglo XIII,
durante el reinado de Alfonso X El Sabio, se otorgó
a la ciudad de Jerez dos ferias, una en Abril y otra
en Septiembre, siendo confirmada por su hijo Sancho
(El Bravo) en Agosto de 1.282, además de un mercado
semanal los lunes. Estas ferias alcanzaron gran importancia
por su numerosa concurrencia.
Hoy, se han tornado
algo las cosas. La ubicación, por ejemplo, ha
cambiado. La Feria de Jerez en antaño, ocupó
(según los escritos) distintos lugares; las primeras
se celebraban entre la Puerta Real y la calle de Francos,
pero con los años también se han celebrado
en el Arco de Santiago, Calle Muro, Alameda Vieja, ...
En 1.868, por ejemplo, se celebra por primera vez una
feria de ganados en el denominado Hato de la carne,
donde se estableció el Real; en 1.872 pasó
a las playas de San Telmo, y algo más tarde,
en 1.876 a la Cañada de Caulina, donde lució
por primera vez alumbrado eléctrico.
Desde hace poco más
de un siglo la antigua Feria de Jerez se celebra en
el Recinto del González Hontória, habiendo
conseguido ser quizá el ámbito ideal para
que toda una ciudad traslade sus hogares por unos días
para compartir con amigos y familiares la alegría
de vivir. Como hemos dicho, un emplazamiento a la medida
para Jerez (posiblemente dentro de unos años
se habrá echo hasta pequeño), en el que
se puede pasear y contemplar tranquilamente el Real
tanto en el encanto del día como la magia de
la noche sin soportar el bullicio y el "empujón".
El Recinto del González
Hontória se compró en el 1902 cuando ese
terreno era campo celebrándose en él la
primera Feria (como Feria de Septiembre). Un año
más tarde (1903) se celebra la primera Feria
de Abril (en origen se celebraba en abril pero la competencia
con Sevilla la hizo retroceder un mes festejándose
finalmente en el mes de mayo) en el mismo Recinto y
será en los años 60 cuando estando Miguel
Primo de Rivera y Urquijo en la alcaldía, se
conocerá con el actual nombre "del Caballo"
en referencia a tan nombrado e histórico animal.
Especial mención
tenemos que hacer de igual modo, a uno de los alcaldes
más interesantes que ha tenido esta Ciudad, el
ya nombrado antes Don Julio González Hontória.
A finales del siglo XIX y en la primera época
de su mandato en la alcaldía, tuvo que hacer
frente a una obstinada oposición de los terratenientes
en favor de no pavimentar las calles Por-vera y la Alameda
Cristina puesto que según estos, desaparecerían
las estacas que delante de cada casa tenían clavadas
para amarrar a las bestias que todos los días
les traían la leche de sus cortijos; por ello,
¿dónde las amarrarían? Ante esta
peculiar y caprichosa actitud, el alcalde tuvo que esperar
a que los más obtusos se ausentaran varios días
para hacerlo y el sanluqueño, más astuto
aún que ellos, también tuvo la brillante
idea de poner una argolla de hierro en el suelo de cada
puerta para suplir las tan polémicas estacas,
lo que sirvió para que todos quedaran felices
y contentos.
Volviendo al tema
que nos atañe en este apartado, vamos a exponer
a continuación una serie de prohibiciones curiosas
que se encuentran en los archivos municipales con motivo
de la celebración de la Feria del año
1763, el cuál dice:
1º Que los
carruajes de la feria, entrarán de uno en uno
por la calle de la Merced desde Santiago y dar la vuelta
por el Muro al llegar frente a la Iglesia.
2º Que por
ningún motivo se paren en las aguardenterías
para que desde fueran los vean beber.
3º Que el ganado
de cerda se pondrán exclusivamente en el Muro
pegados a la muralla.
4º Que las
tiendas o tendajos se pondrán en la calle de
la Merced, de forma que no dificulte el tráfico.
5º Que los
turroneros y los alfajeros, tendrán en alto y
a la vista el precio de las mercancías.
6º Que bajo
ningún pretexto se pongan a despachar en los
puestos de aguardiente las mujeres.
7º Que los
alambiques establecidos en la calle Muro tendrán
cerradas las puertas que dan a esta calle
8º Que durante
la dicha feria no se canten coplas deshonestas de vallas
y otras.
9º Que dado
al reducto de Santiago, no se permiten hombres ni mujeres.
10º Que no
se permitan juegos de las bolillas donde se gastan los
dineros los hombres y después no pueden comer
ni ellos ni su familia.
11º Que mientras
se celebra la misa los días de precepto no se
podrá vender nada en la feria hasta pasada la
hora.
12º Que en
la venta de cerdos no se permitan chalanes o corredores
que sean castellanos.
13º Que los
puestos de buñuelos se pongan en los portales
o accesorias para no estorbar el paso.
Una Feria singular.
Una Fiesta local hoy declarada de Interés Turístico
Internacional y que ya antiguamente, era igualmente
revalidada y dada a privilegios por los algunos monarcas
que pasaron por la historia de este país como:
Sancho IV (hijo de Alfonso X el Sabio) en 1328, Juan
II, en 1412, Felipe II en 1574 y Carlos III en 1772
con motivo de su visita a Jerez, fueron monarcas que
dieron algunos privilegios a la Feria de Jerez. Nuestra
incomparable Feria se viene celebrando a primeros de
mayo y contiene una tradición que como hemos
visto se remonta a tiempos lejanos. Un festejo que tiene
como protagonista el caballo, se realza con el flamenco,
y se embellece con sus preciosas y coquetas casetas
y luces. Sin olvidarnos lógicamente de la alegría
de su gente y la degustación exquisita del vino
así como de comidas típicas de la tierra.
A las bellas mujeres
vestidas de flamenca que pasean por el Ferial (y con
más seña el miércoles como día
propio), les queremos dedicar unos versos...
... "He
visto caer el sol y alumbrarse las millones de bombillas
que hacen día la noche en el Real, y pensando
con ello, otro año más... nuestra Feria
echa a andar"...
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